Quiero ser el hombre que te observa
desde atrás…
Hoy es una de esas noches frías, que trajo
este invierno, pero es nuestra noche de festejo, en que celebramos “mi fecha de
no muerte”, después del accidente. Así que nos preparamos reservamos lugar y terminamos
riéndonos en la barra de R y F, eligiendo tragos e intentando acomodar mi vestido,
para que tape algo más mis piernas antes de subirme al taburete. A vos no te
incomoda, te acercas a mi oído y me llenas de sugerencias de todo lo que quieres
hacer, besándonos en forma descarada, ante los ojos inquisidores de algunos, y
envidiosos de otros.
soles decir que es casi un acto de filantropía,
ya que se irán con más ideas en su cabeza, y posiblemente pasen una velada más hot
de lo que sus caras aburridas auguraban.
Comienza el análisis de concurrentes, la
pareja que no se mira, la chica que charla incansablemente con su amiga, el matrimonio
mayor, los hombres solos, los de al lado, ella lo mira, le habla le sonríe y el
no deja el celular, hasta parece que juega un videojuego.
Las horas pasan entre risas, música,
charlas y tragos, no soy muy resistente al alcohol y tus besos, tus caricias,
tus insinuaciones, ponen menos freno a mis impulsos.
Entre todos, te llama más la atención el
hombre que está sentado solo detrás de mi butaca. Es una mesa circular, parece
que no espera a nadie, está vestido con camisa blanca y tiradores, es robusto,
corpulento, tes blancas y pareciera que su ropa fuese tirolesa. Utiliza poco el
celular y bebe, mirando de erre ojo nuestros actos de provocación continua. Té
pido que me acomodes la tanga, seguramente ya voy por el tercer trago y todo me
da risa, de todos modos, pones tu mano en mi glúteo y me acomodas, mientras
vuelvo a subir y nos besamos.
Tus ojos me desnudan mas que tus manos, y
no haría falta decir que soy tuya, porque nuestra complicidad se nota, nuestra
química se respira, nuestras feromonas se emanan por el aire, haciendo que ese
hombre que me mira desde atrás no deje de imaginar, donde se pierde mi tanga,
hasta donde llega tus manos, que me dijiste al oído al besarme el cuello, y que
haremos después de irnos de allí.
Él no sabe que seguramente me pedirás que
baje delante de ti; agarrándome de la escalera para no tambalearme y así poder
ver mis piernas y donde el borde del vestido apenas cubriendo mi cola.
Abrirás la puerta de la camioneta, me
besaras antes que entre, meterás tu mano en mi entrepierna, me harás gemir,
saldremos de allí y tal vez paremos. Nos matemos en el asiento, intentando
reclinarlo, cambiar de asiento, tocando la palanca de cambios con la camioneta
en marcha, pero deseándonos como dos adolescentes…y el viaje de retorno a casa,
alternará tu mano entre la palanca de cambios y acariciar mi clítoris, mientras
la baño una y otra vez, gritando. Bajaré hasta tu cinturón para soltarlo y
poder complacerte. Y ese regreso, hará que hagamos el amor salvajemente antes
de abrir la puerta de casa.
Ese hombre que te mira desde atrás ve
todo esto, y desearía ser el para poder verte estremeciéndote, seduciéndome,
entregándote, suplicando, complaciéndome, y siendo mi hembra, mi mujer, mi
amante y mi copiloto de las noches de “no muerte “en que vivimos con las ganas
que nos da poder seguir sintiéndonos, disfrutando y gozándonos…. Como. ese
hombre que te mira desde atrás,
Samaluc
20-8-22
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