martes, 20 de septiembre de 2022

Siete ventanas


 

Son las 4 am, aun se escuchan las gotas sobre el techo de chapa en la galería.

Unos pequeños remolinos, enredan las hojas secas, dispersas por el parque. Hay tanta luz en él , que no puedo asegurar que la luna haya comenzado a asomarse, después de la tormenta…

No logro dormir, lo de siempre, las horas que se apilan, sin dejar de dar vueltas por los pasillos de la casa.

El silencio que   se interrumpe, rasgando la noche, con algún pájaro que eriza mi piel en sus sonidos discordantes.

Y el libro…ese libro que cayó de mi mano, cuando salté de la cama…no hay mas que eso en esta noche. Me paro y miro, nuevamente, estas siete ventanas, para ver el parque, siete modos de llegar a él, siete modos de atravesar la noche, siete insomnios, siete sueños, siete vidas. No lo sé…solo veo luces, entre formas imaginarias, que la noche y las gotas acunadas en los árboles lloran para mí.

Voy por un trago. No sé ni que tomar, soy tan mala en eso, pero de seguro conciliara mi sueño y dejare de pensar.

Estoy cansada, los días son tan largos en otoño, tan húmedos, tan levemente tristes.

Recuerdo cuando las noches eran cálidas y podía abrir el ventanal, ese, el primero, con vidrios repartidos que esta cerca de la puerta. Habíamos colocado flores que la adornaban, algunas petunias, alegrías, rojas y coral, pequeñas mimosas y un cactus que apostamos, sería el primero en llegar al invierno, o el único en no morir.

Ese verano las regamos cada día, mientras reíamos por no perder la apuesta.

Mañanas de mates y de abrazos fuertes, de besos en el cuello, de susurros…Adoro ese aroma que entra por la ventana en primavera, las fresias que me regalaste, ya brotaron e inundan la cocina.

- ¿Desayunamos en el parque?

-Si, bajo el fresno, que ya está repleto de hojas verdes, se huele lo tibio del aire entre sus ramas, y los pájaros se agitan, buscando hacer sus nidos.

Así, como nosotros…que hermoso, es saberte tan cerca…casi que siento tu mano, por mi espalda…

Te extraño, el vidrio esta mojado y chorrea llanto, por el cristal helado, igual que mis ojos, este insomnio que me encadena a vivir en madrugadas.

La lluvia es más fuerte, el pino se sacude con violencia, algunas ramas secas del eucalipto caen en la piscina. No veo bien desde aquí, ni distingo entre las sombras.

Otra ventana…ya amanece, la casa cobra movimiento, Laura despierta los niños para desayunar y Cristian se ducha apurado, ¡jamás cierra su puerta! De todos modos no hay nada que no haya visto ya.

Por unas horas, todo es alboroto, hasta que por fin el portón se cierra, la alarma se conecta y la paz vuelve. Estoy cansada, necesito descansar, - ¿cuánto más podre seguir con esto?

Te veo desde la ventana del living, cuidar tu menta, la única planta que parece existir ante tus ojos, creo que voy a ganar la apuesta, el cactus sigue vivo y ya se aproxima el invierno.

Vas hacia ella, casi con devoción, intentando que crezca cada vez más fuerte, y se multiplique sobre los azulejos de la mesa.

Dejas el vaso, con agua, a un lado, como si pudiera tener sed durante la tarde y pedirte otro trago.

Se que deberé ir silenciosa recogiendo todo lo que has sembrando, por allí, aun así, me llena de ternura, verte cuidarla, con tanto esmero.

La noche esta muy fría, prendiste la vieja salamandra, el tacho de zinc, está repleto de piñas, de a una saltan, al suicidio del fuego y son devoradas, con una pasión abrazadora.

Las sigue el quebracho, y nos congregamos reflejados en el vidrio empañado a hacer dibujos y abrazarnos…las noches son hermosas en invierno. Porque puedo mentir que tengo frio y acurrucarme en vos, hasta quedarme dormida.

Son casi las tres y como sonámbulos, huimos a la cama, cuando el fuego deja de arroparnos.

Paso el invierno, y en la ventana el macetero se ve desierto, solo el triunfante cactus permanece…ambos lo observamos y reímos. será el sobreviviente a una gran batalla de inconstancia, con la regadera.

Los días se suceden y a veces pensamos en poner cortinas, siete ventanas son muchas, pero amo ver el sol cuando las atraviesa y la brisa fresca en el verano.

La noche de hoy es ideal, cenamos afuera, esta estrellado, un champagne al costado de la piscina. Jugamos como siempre, nos enredamos y convertimos el agua y el cielo en cómplices perfectos…te enredaste en mi cadena y tuve que quitármela. .en el apuro la arroje en el pasto.

Todo fue perfecto, aunque en el cielo comenzaron a dibujarse rayos, que auguran una tormenta.

Recogimos todo, porque era cuestión de segundos para que se desatase un temporal.

El viento, soplaba haciendo golpear las ventanas, las trabaste y aun empapados, nos envolvimos mientras reíamos divertidos, no había un modo en que pudiéramos ser más felices.

La lluvia, cambio el aire, que más fresco, nos dejó descansar. A la madrugada, recordé la cadena, me levanté a tomar agua y Sali a buscarla.

Escuchaste ruidos, solías dormir con tu pistola bajo la cama, a veces creo que amabas más tu Bersa Thunder 9, que a mi…igual no tenia celos de ella mientras siguiera bajo la cama y yo arriba.

Miraste por las ventanas, té escuche preguntar quien andaba ahí, hiciste un disparo al aire, alguien más disparo y vaciaste doce tiros, hasta que se trabo, la bala trece. Nunca cargabas más de eso.

Corriste hacia el parque al escuchar que alguien caía a la piscina, en segundos se tiño de sangre, el mismo lugar que hacia horas fue cómplice de nuestras caricias…mi mano sujetaba la cadena que había ido a buscar escuchaba tus gritos, pero el agua parecía atravesarme y meterse en mis pulmones, me sujetaste y solo se escuchó un disparo más, el número trece, tu sangre se juntó con la mía…

Estoy muy cansada ya, necesito que vengas conmigo, que dejes este lugar, que no te culpes, ya no quiero ver todas las noches por estas siete ventanas, esperando que aparezcas, no quiero que vagues, no tuviste la culpa de nada.

Necesito dormir, abrazame, miremos por ultimas vez este parque, corramos las cortinas de las siete ventanas, siete modos de atravesar la noche, siete insomnios, siete sueños, siete vidas…

 

 

 

 

 

 

 

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