Son
las 4 am, aun se escuchan las gotas sobre el techo de chapa en la galería.
Unos pequeños
remolinos, enredan las hojas secas, dispersas por el parque. Hay tanta luz en él
, que no puedo asegurar que la luna haya comenzado a asomarse, después de la
tormenta…
No
logro dormir, lo de siempre, las horas que se apilan, sin dejar de dar vueltas
por los pasillos de la casa.
El silencio
que se interrumpe, rasgando la noche, con algún
pájaro que eriza mi piel en sus sonidos discordantes.
Y el
libro…ese libro que cayó de mi mano, cuando salté de la cama…no hay mas que eso
en esta noche. Me paro y miro, nuevamente, estas siete ventanas, para ver el
parque, siete modos de llegar a él, siete modos de atravesar la noche, siete
insomnios, siete sueños, siete vidas. No lo sé…solo veo luces, entre formas
imaginarias, que la noche y las gotas acunadas en los árboles lloran para mí.
Voy
por un trago. No sé ni que tomar, soy tan mala en eso, pero de seguro
conciliara mi sueño y dejare de pensar.
Estoy
cansada, los días son tan largos en otoño, tan húmedos, tan levemente tristes.
Recuerdo
cuando las noches eran cálidas y podía abrir el ventanal, ese, el primero, con
vidrios repartidos que esta cerca de la puerta. Habíamos colocado flores que la
adornaban, algunas petunias, alegrías, rojas y coral, pequeñas mimosas y un
cactus que apostamos, sería el primero en llegar al invierno, o el único en no
morir.
Ese
verano las regamos cada día, mientras reíamos por no perder la apuesta.
Mañanas
de mates y de abrazos fuertes, de besos en el cuello, de susurros…Adoro ese
aroma que entra por la ventana en primavera, las fresias que me regalaste, ya
brotaron e inundan la cocina.
- ¿Desayunamos
en el parque?
-Si,
bajo el fresno, que ya está repleto de hojas verdes, se huele lo tibio del aire
entre sus ramas, y los pájaros se agitan, buscando hacer sus nidos.
Así, como
nosotros…que hermoso, es saberte tan cerca…casi que siento tu mano, por mi
espalda…
Te
extraño, el vidrio esta mojado y chorrea llanto, por el cristal helado, igual
que mis ojos, este insomnio que me encadena a vivir en madrugadas.
La
lluvia es más fuerte, el pino se sacude con violencia, algunas ramas secas del eucalipto
caen en la piscina. No veo bien desde aquí, ni distingo entre las sombras.
Otra
ventana…ya amanece, la casa cobra movimiento, Laura despierta los niños para
desayunar y Cristian se ducha apurado, ¡jamás cierra su puerta! De todos modos
no hay nada que no haya visto ya.
Por
unas horas, todo es alboroto, hasta que por fin el portón se cierra, la alarma
se conecta y la paz vuelve. Estoy cansada, necesito descansar, - ¿cuánto más podre
seguir con esto?
Te veo
desde la ventana del living, cuidar tu menta, la única planta que parece
existir ante tus ojos, creo que voy a ganar la apuesta, el cactus sigue vivo y
ya se aproxima el invierno.
Vas
hacia ella, casi con devoción, intentando que crezca cada vez más fuerte, y se
multiplique sobre los azulejos de la mesa.
Dejas
el vaso, con agua, a un lado, como si pudiera tener sed durante la tarde y
pedirte otro trago.
Se que
deberé ir silenciosa recogiendo todo lo que has sembrando, por allí, aun así,
me llena de ternura, verte cuidarla, con tanto esmero.
La
noche esta muy fría, prendiste la vieja salamandra, el tacho de zinc, está
repleto de piñas, de a una saltan, al suicidio del fuego y son devoradas, con
una pasión abrazadora.
Las
sigue el quebracho, y nos congregamos reflejados en el vidrio empañado a hacer
dibujos y abrazarnos…las noches son hermosas en invierno. Porque puedo mentir
que tengo frio y acurrucarme en vos, hasta quedarme dormida.
Son
casi las tres y como sonámbulos, huimos a la cama, cuando el fuego deja de
arroparnos.
Paso
el invierno, y en la ventana el macetero se ve desierto, solo el triunfante
cactus permanece…ambos lo observamos y reímos. será el sobreviviente a una gran
batalla de inconstancia, con la regadera.
Los
días se suceden y a veces pensamos en poner cortinas, siete ventanas son
muchas, pero amo ver el sol cuando las atraviesa y la brisa fresca en el
verano.
La
noche de hoy es ideal, cenamos afuera, esta estrellado, un champagne al costado
de la piscina. Jugamos como siempre, nos enredamos y convertimos el agua y el
cielo en cómplices perfectos…te enredaste en mi cadena y tuve que quitármela. .en
el apuro la arroje en el pasto.
Todo
fue perfecto, aunque en el cielo comenzaron a dibujarse rayos, que auguran una
tormenta.
Recogimos
todo, porque era cuestión de segundos para que se desatase un temporal.
El viento,
soplaba haciendo golpear las ventanas, las trabaste y aun empapados, nos
envolvimos mientras reíamos divertidos, no había un modo en que pudiéramos ser más
felices.
La
lluvia, cambio el aire, que más fresco, nos dejó descansar. A la madrugada,
recordé la cadena, me levanté a tomar agua y Sali a buscarla.
Escuchaste
ruidos, solías dormir con tu pistola bajo la cama, a veces creo que amabas más
tu Bersa Thunder 9, que a mi…igual no tenia celos de ella mientras siguiera
bajo la cama y yo arriba.
Miraste
por las ventanas, té escuche preguntar quien andaba ahí, hiciste un disparo al aire,
alguien más disparo y vaciaste doce tiros, hasta que se trabo, la bala trece.
Nunca cargabas más de eso.
Corriste
hacia el parque al escuchar que alguien caía a la piscina, en segundos se tiño
de sangre, el mismo lugar que hacia horas fue cómplice de nuestras caricias…mi
mano sujetaba la cadena que había ido a buscar escuchaba tus gritos, pero el
agua parecía atravesarme y meterse en mis pulmones, me sujetaste y solo se
escuchó un disparo más, el número trece, tu sangre se juntó con la mía…
Estoy
muy cansada ya, necesito que vengas conmigo, que dejes este lugar, que no te
culpes, ya no quiero ver todas las noches por estas siete ventanas, esperando
que aparezcas, no quiero que vagues, no tuviste la culpa de nada.
Necesito
dormir, abrazame, miremos por ultimas vez este parque, corramos las cortinas de
las siete ventanas, siete modos de atravesar la noche, siete insomnios, siete
sueños, siete vidas…
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