martes, 27 de septiembre de 2016
Agujeros de gusano
Ella sabia, si, seguramente lo había visto repetir su rutina cientos de veces.
Abrir las bolsas, destapar los frascos, sacar y poner extraños envoltorios con esmero; ocultando sus valiosos tesoros de miradas sospechosas y posibles rateros, o vagos que pululan por el anden.
Ella sabia: porque casis siempre viajaba a su lado hasta Pilar, en un tren que se sacudía y te iba adormeciendo en un mecer hipnótico
Era el viejo tren, el de asientos de cuerina verde, cortejados y escritos de estaciones pintorescas y carteles de madera. Ese que hoy en su modernidad, perdió el poético encanto del viejo San Martin.
Se sentó esa mañana de Agosto en el asiento de cuatro, el vagón no estaba lleno; pero aquel personaje eligió sentarse frente a ella.
Los pequeños ojos lo escudriñaban, pero no se atrevían a mirar las bolsas. Sabía perfectamente que allí debía guardar secretos importantes, porque no se separaba de ella, ni un segundo.
La miro fijo con sus ojos ajados, vidriosos, azulados…y dijo:
-Gaspar, ¿y vos?
-Mily. (Respondió en forma automática).
Su madre la abrazo como protegiéndola de ese contacto, quien seguramente, suponía, era un vagabundo.
Gaspar, bajo en Derqui, camino unas cuadras hasta un portón verde, corrió el psador y entro.
Era obvio que allí vivía.
Pensé que era imprudente, tanta invasión y regrese a la estación, sin explicarme siquiera porque lo había seguido.
El tren llego a y continué viaje.
A la mañana siguiente el vagón volvió a poblarse de los mismos habitantes y allí estaban como todas las mañanas, Mily con su madre, Gaspar con sus tesoros y yo con mis libros.
En esta ocasión coincidimos todos en el mismo asiento; así que siguió de cerca la escena.
Mily jugaba con sus pies y sonreía mientras cantaba.
Su madre en una mezcla entre incomodidad y nerviosismo; le pedía con insistencia que dejara sus pies quietos. La niña la abrazaba unos segundos, pero antes que el tren cambiara de estación, volvían activarse sus incansables piececitos.
En una de tantas canciones, patio por accidente la bolsa de Gaspar, que estallo, desparramándose por todo el piso del tren.
Los ojos azules de aquel hombre se hicieron mares de angustia, se avanalanzo sobre miles de medias rotas, atadas, rayadas, en bollitos, azules, negras, cortas , largas; en todas sus versiones imaginables.
La niña se avergonzó y se estiro par ayudarlo, pero su madre la tironeo del brazo; diciéndole:
-¡Disculpate con el Sr!
--Perdón Gaspar, por tirar tus medias…
Cuando todos nos miramos creyendo qu el incidente había culminado, Mily agrego.
- Igual, ya no servían, porque están rotas.
Gaspar se acerco a la niña y le conto un secreto al oído, ella sonrió, ante la mirada imperativa de su madre.
Gaspar, se bajo en Derqui y nosotros seguimos hasta Pilar.
Como suele pasar los vendedores abundan en el tren, desde sahumerios, gomitas, golosinas, hasta herramientas y medias.
Este ultimo vendedor, llamo la atención de Mily.
-¡Mama, mama!!! ¿Me compras unas medias de muchos colores?
Mily, ¿para que queres mas medias? Las que tenes están nuevitas.
-Porque quiero tener como Gaspar, medias con agujeros de gusanos, Así cuando sonrió, se convierten en mariposas.
Su madre no pudo evitar sonreir, ni yo tampoco, tal vez la historia de Gaspar no era cierta, pero en ese vagón todos compramos medias de colores y de hecho, la vendedora, sonrió.
Samaluc 15/7/16
lunes, 26 de septiembre de 2016
Siete minutos
Las noches se estaban haciendo interminables, hacía meses que no lograba descansar, las pesadillas la despertaban empapada en un sudor frio que le calaba los huesos. Podría cambiarlo... ella sabía que esto no podía durar por siempre, en algún momento la dejaría en paz... Trataba de prolongar sus actividades, sus ojos enrojecidos no le daban tregua a la pantalla de su ordenador. Litros de café, hacían de su noche una eterna agonía, de ojos entreabiertos...no iría a la cama, esa noche no se lo permitiría. El agotamiento la dejo tendida sobre el escritorio... hasta que alguien la tomo del brazo ¡oh no, no volvería a hacerlo!
Se encontró nuevamente en la gruta, las paredes exudaban un líquido sanguinolento y el olor era asfixiante, fétido, un encadenamiento de arcadas la asaltaban mientras era conducida por la cueva. El aire comenzaba a clarearse, una refrescante brisa salada le humedecía los ojos. Al fin podía sentir el frío de la arena húmeda y las conchillas clavándose en sus pies. Podía verse la fogata en la playa y el mar reflejando imponente la luna. ¡Llegaría un poco de calma! El sonido del mar le devolvía esa tranquilidad, si se recostaba en la arena unos segundos, podía sentir como la bravura del agua se hacía mansa en sus plantas. Volvió... ¡no otra vez!... hundió sus manos frías en su ser, apretó su corazón y se lo mostró, podía ver como aún latía fuera de su pecho. No podía respirar, dolía, ¡Por favor devuélvanlo!, suplicaba entre llantos. Volvían a jugar con él, lo arrojaban sobre una fría roca, para cortarlo, el dolor se hacía intolerable, no podía sentirlo, ya no. Pedía piedad entre sollozos, ojos inquisidores a su alrededor inertes, insensibles la miraban sin ayudarla. Alguien al fin la escucho tomo el corazón y se lo entregó. Siete minutos de asfixia y volvió a latir, la llevaron a la rastra por esa caverna, el piso estaba aún más resbaladizo, quiso tomarse de una protuberancia para no caer pero la sangre se pegó en su mano. El horror volvió a apresarla. Y aquel ser horrendo la empujo, devolviéndola con un golpe sobre el escritorio. Estaba empapada, su corazón latía acelerado con el rostro cubierto de lágrimas, se dispuso a servir otra taza de café, en la pantalla eran las 3:37 apenas siete minutos, por fin había despertado, estas pesadillas iban a matarla si continuaban. Se sentía débil, agotada y con el paso de los meses había perdido el apetito, su piel estaba mustia ¿hasta cuándo?... no creía posible sobrellevar esta agonía. Tomo unos sorbos, estaba amargo, rancio, hacía varios meses q lo bebía no era posible recalentarlo más. Cayo rendida sobre la cama se negaba a cerrar los párpados, pero las fuerzas la abandonaron...sucumbió y ese ser implacable nuevamente la tomo del brazo, esta vez estaba desesperado, sediento, se acercó clavando cuchillos, tajándole la piel... ¡que espanto! , lagrimas... una última oportunidad para implorar piedad, gritó... hasta desgajar su garganta. Ese abominable ser la arrancó, golpeó su carne pálida hasta que la desesperación la dejo envuelta en una tormenta de gritos y corridas. La playa, al fin la playa, el sonido del mar, la arena estaba tibia, el dolor ceso, terminó la agonía otra vida comenzaba, tenía todo por hacer, el camino nunca era fácil y este viaje tampoco. Su nueva madre la abrazo con ternura y dijo algunas palabras que aún no comprendía, no tuvo miedo, llevaba el sonido del mar en su pecho y la arena tibia en sus brazos. Todo había terminado al fin, ya podría descansar.
Publicado en "Lo invisible" Clinica literarTa coordinada por Marita Rodríguez Cazaux y Ricardo Tejerina- editorial Dunken 2016
Recomenzar
Ya que lo tenia un poco abandonado retomo....
Para vos que pensas que no te pienso...(hace memoria que día escribí esto..)
Una nueva hoja de este libro,
Con distintas letras,
Otra tinta y otros sueños.
Sin embargo vuelvo sobre pasos viejos
Y otra vez en el escribo.
Amo de nuevo…con pasos más serenos,
Con versos claros,
Con menos dolor , más sentimiento,
sin espasmos…y sin llanto mezclándose entre besos.
Hay armonía en este amor
Y lo agradezco…
Necesitaba amar en `paz,
sin guerras, de mentiras,
Sin celos, sin insultos, sin miedos,,,
Merecía amar así, con abrazos,
Con sonrisas, con mañanas de mimos, con proyectos…
Aunque peque de omnipotente…merecía este amor
Que de repente…
Llego a mi vida un día, sin grandes sacudones,
Con la fuerza y la paciencia del agua…
Que todo lo renueva…que hasta la piedra cava..
Que me inundo de ternura, y de sueños..
Que derribo murallas…y desato mis labios.
Para decir te amo…otra vez…sin culpa al pronunciarlo.
Hoy escribo de nuevo en este libro,
Que ya no es solo mío, sino nuestro…
Hoy enuncio mi deseo de ser libre… a tu lado
Y que seas feliz, que sientas este amor…
Y que tus sueños, se enreden
con los míos,
Y se cuiden por siempre…para hacerse más grandes,
Para ser invencibles…y derrotar al tiempo.
samaluc 30/8/15
jueves, 22 de septiembre de 2016
miércoles, 21 de septiembre de 2016
Te quiero así....
Te quiero así, cuando al besarme muerdes.
Así cuando me agarras con fuerza,
Cuando me sabes tuya, por las buenas,
Cuando me puedes toda, cuando me doy entera.
Te quiero así, sumisa y complaciente,
Así dispuesta a ser como tu fuente.
Dispuesta a recibir de vos, toda la dicha...
Te quiero simplemente...
¿Y como traducir tanto deseo?
¿Y como descifrar lo que no digo?
Apréndeme a querer, aprende pronto...
porque el fuego...mi amor
esta encendido
Samaluc 2013
Feliz primavera
Hay una época del año en que no solo las flores se llenan de colores y habitan perfumes en el aire.Sino que también nuestros corazones lo vuelven a intentar...la piel deja pasar las caricias,los besos se enredan en la espalda y ríos de ternura descienden por tus causes. Así explota de vida tu vida y la naturaleza acompaña esa danza, dándote motivos para volver a renacer.
¡Feliz Primavera!
¡Feliz Primavera!

martes, 20 de septiembre de 2016
Karma.
Solo lo sabe Dios, cuanto lo intento,
poniendo el corazón cada mañana.
Dejando anclados sueños por las noches,
A orillas de la cama.
Quien algo me conoce se diría,
Que estoy enloqueciendo,
Que está no soy yo, pero es mi vida,
Que no pierda mi tiempo.
De todos modos creo, que en la tierra,
Estamos para vernos,
Con gente que será, de alguna forma,
Alumnos o maestros.
Quisiera despegar algunas noches,
Mi barco de ese puerto, que naveguemos juntos,
Esos mares bravíos y revueltos,
Que aprendas a luchar con mis tormentas,
Que conozcas a dónde van los vientos.
Que seas timonel de mis suspiros,
Que seas capitán de mis deseos.
Si eso no pasara, hay dos caminos.
O zarpó sola, buscando otro puerto,
O ambos nos damos por hundidos…
Y el sueño se habrá muerto.
El agua en el desierto.
Tal vez somos
amantes, de esos pasajeros,
De los que en el
apuro de sábanas mojadas,
Se pierden de los
besos, se pierden del deseo,
Por apurar sus
ansias y ocultar sus secretos.
Tal vez somos
amigos, de esos que se abrazan,
De los que
comparten a veces sus silencios,
De los que saben
todo y conocen sus mapas,
De los que se
recorren, de los más indiscretos.
Tal vez no somos
nada, ahora que recuerdo,
Porque nunca me llama,
tu boca por mi cuello,
Porque aunque
resbalen tus manos por mi cuerpo,
Aunque tengas
gemidos, que emanan de mi sexo,
Porque aunque te
cuente las cosas mas ardientes,
Tal vez tan solo
somos, el agua en el desierto.
No habitas en mi
mente…no habitas en mis sueños,
No habitas en mi
alma…transitas por mi cuerpo.
SAMALUC 2/6716
Sueños sin sueño…
Desde niña, muy chiquita me costaba mucho dormir por las noches, me asustaban los ruidos y las sombras, escuchaba el crujir de las persianas de madera del living, el canto de los grillos, que se volvía una especie de mantra nocturno en verano, las ranitas del campo con que lindaba la casa de mis padres y los perros que aullaban a la luna o ladraban frenéticamente hasta la madrugada, enviándose secretos mensajes perrunos.
En fin, dormir era una tarea difícil, tal vez por eso nunca dormí siesta, necesitaba mucho cansancio para sucumbir a los deseos de la embrujada almohada.
A veces… otras…muchas veces; me entretenía imaginando historias y en mis sueños; siempre sobrevolaba la calle de mi barrio con ese camisón de plush con florcitas que solía usar, con manguitas largas y puntillas. Nadie me veía, pero recuerdo ver el auto de mi abuelo estacionado en la puerta , un Ford A de hace unos 80 años color verde botella, de esos que usaban manija, no alarmas; pero que nadie se robaba.
Veía las casas de los vecinos, reconocía sus patios, sus perros las sogas de ropa tendida en los fondos revoloteando con la brisa de la madrugada. Me detenía siempre en el poste de luz de la puerta de casa, allí había enmarañados miles de cables, de teléfono, de luz y vaya a saber de cuantas cosa más. Ese poste siempre me llamo la atención. Me pasaba horas al anochecer en la parecita de casa mirando a donde irían esos cables. Había un nido de horneros ahí y me encantaba verlos arreglar el nidito.
Allí el vuelo se detenía y comenzaba a caer, caer y caer hasta que el sueño se hacía insostenible e intentaba llamarme a mí misma para despertarme .Sentía que me aferraba a la sabana y movía con muchísimo esfuerzo una mano y cuando despertaba me daba cuenta, con espanto que aún seguía dormida, entonces intentaba llamar a mi papa, ya eran las tres de la mañana ; la hora en el que él se levantaba para ir al trabajo … se acercaba a mi cuarto y mi voz entrecortada le decía:-¡Paaa!!! ¿Me das agua? Él, que había tratado de hacer el menor ruido, posible me alcanzaba el agua, me daba un beso, me arropaba nuevamente y me decía:-Duérmase mi princesita de cristal.
Mágicamente descansaba, no había mas vuelos, ni ruidos, ni grillos, ni ranitas, la madrugada se hacía envolvente y somnolienta, la brisa se sentía entrando por las ventanas y hamacando levemente las cortinas del cuarto, el zumbido de algún mosquito errante se fundía en mis oídos alejándose, mientras me sumía en un plácido sueño, tan profundo; que era como ser acunada en una nube, suave, acogedora y cálida, ahuecándose como un nido, o el almohadón de raso de un mimoso gatito …allí despertaba por la mañana sin sobresaltos…y sin miedos.
¡Cuánto extraño ese vaso de agua a las tres de la mañana!, hoy, entiendo los sobresaltos de mi pequeña hija por las noches, cuando cualquier ruido la despierta o las sombras de su cuarto la asaltan en monstruosas figuras imaginarias.
Pasan muchos años a veces, hasta que nuestros miedos emergen en letras y forman palabras con que pedir ayuda ¿seremos capaces de escuchar esos pequeños gritos de auxilio?...no es fácil oír las vocecitas de otros, si nadie acudió ante nuestro llamado de pequeños…”-¡Paaa!! me das agua?”...”duérmase mi princesita de cristal”…
Publicado en una compilación muy bella de Silvia Bazan por editorial Dunken en 2016
Desde niña, muy chiquita me costaba mucho dormir por las noches, me asustaban los ruidos y las sombras, escuchaba el crujir de las persianas de madera del living, el canto de los grillos, que se volvía una especie de mantra nocturno en verano, las ranitas del campo con que lindaba la casa de mis padres y los perros que aullaban a la luna o ladraban frenéticamente hasta la madrugada, enviándose secretos mensajes perrunos.
En fin, dormir era una tarea difícil, tal vez por eso nunca dormí siesta, necesitaba mucho cansancio para sucumbir a los deseos de la embrujada almohada.
A veces… otras…muchas veces; me entretenía imaginando historias y en mis sueños; siempre sobrevolaba la calle de mi barrio con ese camisón de plush con florcitas que solía usar, con manguitas largas y puntillas. Nadie me veía, pero recuerdo ver el auto de mi abuelo estacionado en la puerta , un Ford A de hace unos 80 años color verde botella, de esos que usaban manija, no alarmas; pero que nadie se robaba.
Veía las casas de los vecinos, reconocía sus patios, sus perros las sogas de ropa tendida en los fondos revoloteando con la brisa de la madrugada. Me detenía siempre en el poste de luz de la puerta de casa, allí había enmarañados miles de cables, de teléfono, de luz y vaya a saber de cuantas cosa más. Ese poste siempre me llamo la atención. Me pasaba horas al anochecer en la parecita de casa mirando a donde irían esos cables. Había un nido de horneros ahí y me encantaba verlos arreglar el nidito.
Allí el vuelo se detenía y comenzaba a caer, caer y caer hasta que el sueño se hacía insostenible e intentaba llamarme a mí misma para despertarme .Sentía que me aferraba a la sabana y movía con muchísimo esfuerzo una mano y cuando despertaba me daba cuenta, con espanto que aún seguía dormida, entonces intentaba llamar a mi papa, ya eran las tres de la mañana ; la hora en el que él se levantaba para ir al trabajo … se acercaba a mi cuarto y mi voz entrecortada le decía:-¡Paaa!!! ¿Me das agua? Él, que había tratado de hacer el menor ruido, posible me alcanzaba el agua, me daba un beso, me arropaba nuevamente y me decía:-Duérmase mi princesita de cristal.
Mágicamente descansaba, no había mas vuelos, ni ruidos, ni grillos, ni ranitas, la madrugada se hacía envolvente y somnolienta, la brisa se sentía entrando por las ventanas y hamacando levemente las cortinas del cuarto, el zumbido de algún mosquito errante se fundía en mis oídos alejándose, mientras me sumía en un plácido sueño, tan profundo; que era como ser acunada en una nube, suave, acogedora y cálida, ahuecándose como un nido, o el almohadón de raso de un mimoso gatito …allí despertaba por la mañana sin sobresaltos…y sin miedos.
¡Cuánto extraño ese vaso de agua a las tres de la mañana!, hoy, entiendo los sobresaltos de mi pequeña hija por las noches, cuando cualquier ruido la despierta o las sombras de su cuarto la asaltan en monstruosas figuras imaginarias.
Pasan muchos años a veces, hasta que nuestros miedos emergen en letras y forman palabras con que pedir ayuda ¿seremos capaces de escuchar esos pequeños gritos de auxilio?...no es fácil oír las vocecitas de otros, si nadie acudió ante nuestro llamado de pequeños…”-¡Paaa!! me das agua?”...”duérmase mi princesita de cristal”…
Publicado en una compilación muy bella de Silvia Bazan por editorial Dunken en 2016
Pase una
tarde maravillosa, recorrimos el pueblo y El me hizo de guía, contándome
historias, mostrándome casas y riéndonos de todo.
Las
horas se pasaron volando, después de unos mates
y viendo que la noche se cerraba, decidí regresar a casa.
Encendí
el auto, me costó sacarlo del garaje, como siempre mi sentido del espacio se
mueve en otra dimensión y creo que voy a
pegarle a los portones. Con sus indicaciones, salí. Un último bocinazo y
un saludo con la mano, sellaron la partida.
Sabia
que en el cuartel de bomberos tenia que
doblar, eso fue tema de muchas bromas,
para que lo recordara; aun así no preste atención cuantas cuadras eran, recordé
que tenia que pasar un semáforo, así que cuando llegue lo cruce y me perdí, di vueltas hacia la plaza, bulevares, calles angostas, unas
muy poco iluminadas por cierto, llegue con horror hasta la orilla del arroyo
sin saber como salir. Allí percibí esa aterradora sensación, que el pueblo se
encargaba de retenerme, hasta que te vi parado en la esquina de los bomberos
nuevamente haciéndome señas, te abrí la puerta y alma me volvió al cuerpo, todavía
quedaba un poco de agua en el termo así, que tomamos unos mates mientras
charlábamos alegremente, te reías mucho que me hubiese perdido tanto, pero a pesar
que sabia que te burlabas de mi, era
inmensa la tranquilidad al saber que me dirías el camino.
Salimos a la ruta en unos quince minutos que pasaron rapidísimo,
a pesar de la oscuridad del camino, me ibas diciendo cuando se acodaba, las
curvas cerradas, las partes sin marcar. En fin baje la radio para que podamos
evocar la desopilante tarde, en que por saltar una zanja y hacerme la acróbata,
caí contra tus piernas, pegándote un topetazo, que aun me duele y termine
sentada en una planta llena de espinas, que llevo adheridas al pantalón como un
cactus.
Reímos
hasta poco mas hacernos pis encima. Después; la recorrida al cementerio, ahí
lograste asustarme cuando metiste la mano en el cajón de una cripta abandonada
para decirme que me darías la cabeza, se que salí espantada entre las tumbas, mientras
te reías jurándome que era una broma.
Sacamos
fotografías de las inscripciones más antiguas y queríamos una del portal de
entrada, pero al salir nos topamos con una legión de la comunidad boliviana,
cargados de cajas con bebida y comida y por un puesto su ataúd, con algún
familiar fallecido. Tu humor negro también salió a relucir y nos fuimos antes que empiece la
fiesta. A veces reírse de la muerte es una forma de engañarla.
Ya
llevábamos una hora de viaje, en esta época del año a las 19 hs ya esta oscuro,
muy oscuro…
Aproximadamente a las 20 llegue a casa, pare el auto para abrí el portón, vos
me sonreíste y cuando subí para entrar el auto, no estabas ahí, tampoco el olor
a tus cigarrillos, ni tu perfume, ya
tenia señal en el teléfono y entraron los mensajes como catapultas.
Un
mensaje tuyo…” ¿Que paso que me llamaste? ¿Llegaste bien? ¿Te perdiste? No
tenía señal en el teléfono. Por favor avísame cuando llegues así me quedo
tranquilo, pase una hermosa tarde”.
Entre el
auto y cerré, no sabia si estaba loca o habías estado a mi lado, no sabia…es mas, aun; no lo se.
SAMALUC
lunes, 19 de septiembre de 2016
Luz Verde
Tenía sus ojos cargados de impaciencia al salir del auto, por un
segundo lamento haber aceptado la cita.
Bajo, no lo pensó más, se dio
el último toque de perfume, acomodó su escote y tiro la moneda.
Se sentó en el bar, tomando
su celular, envió un mensaje avisando que ya había llegado…detestaba la
impuntualidad más que a las serpientes.
Pidió un café y como al
descuido, saco un espejito para retocar su maquillaje.
Ya habían pasado cinco minutos
y él aún no había aparecido.
En el bar comenzó a sonar una
banda, demasiado ruidosa para su gusto y
esto aumento su creciente mal humor.
Era momento de llamarlo…él no
respondió.
A su alrededor las caras
comenzaron a pesarle, todo allí la aburría, debía entretenerse en algo, decidió
observar gente; un pasatiempo que de vez en cuando la ocupaba, la divertía
imaginar historias sobre todos.
En la mesa, ubicada delante
de la suya, se encontraba una pareja mayor. Ella con su prolijo té con leche, él
con un café de jarrito.
Ella con un libro de Jorge
Bucay, él con un periódico en el
suplemento de deportes...
Solo cruzaban miradas y sonrisas,
de vez en cuando él tomaba su mano dulcemente y ella la apretaba unos segundos, con una caricia cómplice.
Aquella pareja inspiraba
ternura y esperanza, para cualquiera que pensara que el amor; era cosa difícil.
Por segunda vez, sus ojos
recorrieron el bar y se detuvieron en la mesa de su izquierda. Allí estaba un
joven de aspecto desgarbado que seguramente no tenía espejos en su casa, llevaba una remera roja, campera marrón y por lo poco se podía adivinar bajo la mesa,
un jean negro.
Ella pensó que esos colores
juntos eran espantosos y que algunas personas no debían permitirse esas
excentricidades.
Por suerte la banda decidió
cambiar de ritmo, el celular de su vecino de mesa, tenía un tono molesto y para
colmo sonaba a cada instante…esto también la irritaba; tal vez todo contribuía
a su impaciencia.
Realmente ya se había ensañado
con ese hombre, que a cada rato sonaba
su nariz con un gesto desagradable y ponía los papeles dentro del bolsillo de
su campera, como atesorándolos….dejo de observarlo por un momento, ese
ritual la descomponía.
Volvió la atención a su
teléfono, harta de esperar, eran los quince minutos más largos de su vida, se
paró, pago en la barra y se fue.
Al subir al auto y tomar la autopista, su
celular comenzó a explotar de mensajes:
-“¿Dónde estás?”
-“Te estoy esperando”.
_” ¡Por favor!!!!¡¡ Socorro!!!!!Mi alergia me está matando”.
-“Apurate dulce, no veo la hora de conocerte”.
-“La mujer de la mesa de al lado usa un perfume horrendo, me está
asfixiando!!!!.”
Ella detuvo el auto en la banquina para responder:
-“Estuve quince minutos en el bar y no llegaste. “
-“Soporte un asqueroso guardando paquetitos de mocos en su bolsillo je
je je...”
-“Bueno, parece que nos desencontramos, otro día será, llego a casa y
chateamos .Besos...”
Llego a su casa, corrió a la computadora, no veía la hora de chatear
con su príncipe virtual, en la pantalla la esperaba un ramo de rosas con un
mensaje que decía:” No hay mundo más perfecto, que el que se abre cuando tu luz
verde se enciende….para vos mi princesa”los ojos del corazón, decidieron cerrar
los de la realidad…Y vivieron felices para siempre….o No.
Samaluc 28/10/2015
Me duele el alma
Me
duele el alma, al pensarte,
las palabras no me salen y una lagrima,
se resbala por mi cara, sin mojarte...
Me duele el pecho de extrañarte,
los momentos que pasamos lo aceleran y el corazón,
se queda entre mis manos,
sin latir un instante.
Y allí estas, mirándome a los ojos,
metiéndote en mi alma,
y allí estas, hablándome despacio
pidiéndome que pare de llamarte...
dejando que te deje...sin dejarte.
A veces, rozando la locura te pregunto,
comento mis cosas como siempre,
te dejo algún mensaje,
Se activa tu foto en mi teléfono,
y viéndome en tus ojos eternamente tiernos,
invento mil señales, para que no estés lejos....
Me duele el alma amor, y espero que me digas...
Buen día dulce o ¿como va tu día? ¿En que andarás bebe?...
tus frases repetidas....mi cielo las extraño.
Me duele el alma amor y quisiera aburrirme,
mil noches a tu lado, reírnos de películas horribles que elegía,
compartir una cena, alimentar los peces, jugar, besarnos tanto....
Me duele el alma amor y quiero que me abraces,
que me beses la frente, me acaricies el pelo,
y digas como siempre ya va a pasar mi amor....tranquila,
no llores que te quiero...
Me doles tanto...daría media vida por volver a besarte
Pero
daría todo porque nunca te marches...las palabras no me salen y una lagrima,
se resbala por mi cara, sin mojarte...
Me duele el pecho de extrañarte,
los momentos que pasamos lo aceleran y el corazón,
se queda entre mis manos,
sin latir un instante.
Y allí estas, mirándome a los ojos,
metiéndote en mi alma,
y allí estas, hablándome despacio
pidiéndome que pare de llamarte...
dejando que te deje...sin dejarte.
A veces, rozando la locura te pregunto,
comento mis cosas como siempre,
te dejo algún mensaje,
Se activa tu foto en mi teléfono,
y viéndome en tus ojos eternamente tiernos,
invento mil señales, para que no estés lejos....
Me duele el alma amor, y espero que me digas...
Buen día dulce o ¿como va tu día? ¿En que andarás bebe?...
tus frases repetidas....mi cielo las extraño.
Me duele el alma amor y quisiera aburrirme,
mil noches a tu lado, reírnos de películas horribles que elegía,
compartir una cena, alimentar los peces, jugar, besarnos tanto....
Me duele el alma amor y quiero que me abraces,
que me beses la frente, me acaricies el pelo,
y digas como siempre ya va a pasar mi amor....tranquila,
no llores que te quiero...
Me doles tanto...daría media vida por volver a besarte
Samaluc 30/9/14
Voy a ponerte lejos
Voy a intentar borrar tus besos de mi boca,
Desdibujar de a poco ,tus manos de mi cuerpo,
Voy a intentar no verme calmada en el reflejo,
De tu mirada tenue……voy a ponerte lejos.
Desdibujar de a poco ,tus manos de mi cuerpo,
Voy a intentar no verme calmada en el reflejo,
De tu mirada tenue……voy a ponerte lejos.
Voy a dejar a un lado las trampas de mi mente,
Que de seguro llevan, a un siempre recordarte,
Voy a empezar de nuevo…al menos a, intentarlo…
Voy a quererte menos… ¡voy a extrañarte tanto!….
Que de seguro llevan, a un siempre recordarte,
Voy a empezar de nuevo…al menos a, intentarlo…
Voy a quererte menos… ¡voy a extrañarte tanto!….
Samaluc 21/12/13
No alcanzan...
No alcanzan las estrellas,
Para decir que hay cielo.
Ni el agua forma mares,
Ni árboles son bosques.
No alcanzan muchos besos,
Para formar te quieros.
Ni ausencia es extrañarte.
Ni no tenerte olvido...
No alcanza tener todo,
Para sentirse pleno
No alcanza respirar
Para sentirse vivo.
Para decir que hay cielo.
Ni el agua forma mares,
Ni árboles son bosques.
No alcanzan muchos besos,
Para formar te quieros.
Ni ausencia es extrañarte.
Ni no tenerte olvido...
No alcanza tener todo,
Para sentirse pleno
No alcanza respirar
Para sentirse vivo.
Te tengo en esta ausencia,
Me faltan tus latidos.
Me sobran los silencios...
No importan los sonidos...
Habitan en rincones,
Sonrisas ya pasadas..
Se escurren muchos llantos,
Susurros y gemidos.
Y en cada despertar,
Espero que me abraces.
Y en cada atardecer..el sol
Deja de arder...pero yo no te olvido.
Me faltan tus latidos.
Me sobran los silencios...
No importan los sonidos...
Habitan en rincones,
Sonrisas ya pasadas..
Se escurren muchos llantos,
Susurros y gemidos.
Y en cada despertar,
Espero que me abraces.
Y en cada atardecer..el sol
Deja de arder...pero yo no te olvido.
SAMALUC
Tentación
Corría Noviembre, el calor era insoportable, la humedad se sumaba.
Ana había dejado los chicos en la escuela y se
disponía a lavar ropa, Jorge no llegaría
a almorzar y eso le daría un respiro para relajarse un momento.
Un poco de música, esencias aromáticas y un baño. La
computadora parecía llamarla como una serpiente en el paraíso.
Ningún
mal le haría a nadie por chatear un rato.
Estaba casada hace trece años, se habían conocido en el último
año de la secundaria, Jorge había sido su único hombre, se habían divertido
mucho, rápido llegaron los niños y ello
había sido un puente que a veces alejaba, más que acortar las distancias.
Su
nombre de fantasía era Ámbar, y su avatar cadenas enredadas sobre unos senos,
que ciertamente no le pertenecían.
Chateaba
con amigos recurrentes y en particular con un extraño personaje que se hacía
llamar_Tu amo.
A
diferencia de otras charlas, las que mantenía con él producían en ella una
especie de fascinación.
Él
se mostraba distante, seguro, varonil, dominante y a su vez protector; ella le
confiaba sus más íntimos deseos, los secretos que no se hubiera atrevido a repetir ni siquiera con el espejo.
Esa
tarde esperaba la llamada de Jorge, una chispa de amor, que no se hubiera olvidado del aniversario…
Sonó
el teléfono, Ana dejo de ser Ámbar por unos instantes y corrió a atender con
una sonrisa.
_Hola
amor, te llamaba para avisarte que paso a
buscar los chicos por el cole, nos vamos a lo de Cacho y los llevamos a
pescar el finde, así que te quedas solita reina, vas a descansar un poco de nosotros,
corto con un te quiero, Besos.
Cacho
era su mejor amigo, se conocían desde pequeños, desde el jardín de infantes
eran inseparables.
Ni
una palabra del aniversario, ella sintió morir de tristeza, sus mejillas comenzaron
a arder de enojo. Pensó, es una
porquería, un desgraciado, un insensible y antes de terminar su ultimo pensamiento,
rompió a llorar. Se apoltrono en el sillón y miro de re- ojo la pantalla de la computadora,
una luz titilaba.
Era:
_tu amo, la charla había quedado al rojo
vivo antes que el teléfono sonara.
Solo
esta última frase no había sido leída:-“ Ámbar ¿jugamos esta noche? te espero en
plaza Los Andes, del lado de Guzmán, tranquila
que yo voy a encontrarte, no me busques, el pacto es sin palabras, sin ojos,
solo placer. Te espero a las once, la noche provee una tormenta, se puntual.”
Se
sobresalto, iba a responder, pero él se desconectó. Aguardo expectante otro
mensaje que jamás llego.
La
idea le rondaba la cabeza y el solo pensamiento de ese desconocido la estremecía. Se decía a si mismo que era una locura, ¿qué
pasaría si salía y Jorge la llamaba? era una total locura .Termino de hacer sus
tareas y decidido darse otro baño de inmersión, se depilo, lavo su cabello, se
perfumo, arreglo sus manos y sus pies… ¡Cuánto hacia que no tenía tiempo para
esas cosas! Mientras secaba su cabello se acercó a la maquina una luz titilaba
y por su espalda corría una mezcla de deseo, desesperación, miedo, culpa y
tentación…Su mano toco el teclado y solo decía: -Te espero.
Eran
las diez, se levantaba una briza pesada que anunciaba una tormenta, se vistió,
falda de seda, musculosa trasparente que
dejaba ver su ropa interior, se maquillo apenas, coloco perfume en su cuello y
en sus senos…sonrió, tomo las llaves del auto y salió en busca de esa loca aventura. Para no pensar, puso la música en
su auto y abrió la ventanilla, necesitaba mantenerse firme, era Ámbar, ella jamás
hubiese dudado en entregarse a esta experiencia.
Llego
al parque, la incipiente tormenta mantenía alejada la gente del lugar, estaba
casi desierto y el viento aumentaba. Aguardo en un banco. De repente sintió que
alguien cubría sus ojos con las manos y besaba dulcemente su cuello, intento
girar pero fue sujetada con firmeza, el coloco un pañuelo de seda en sus ojos y
tomo su mano fuerte, pero con dulzura,
su mano era pequeña dentro de la de él, ella no temió y camino lentamente.
La ayudo a
subir a un vehículo, el aroma a
limón en los cueros del tapizado y la fragancia que emanaba la piel de aquel misterioso hombre,
le
agradaban.
Ninguno de los dos emitió palabra, de vez en cuando él le acariciaba el rostro, rozaba sus senos, colocaba su mano abriéndose paso en su
entrepierna. Ella temblaba y se estremecía… no se negaba al placer.
Llegaron algún lugar, la lluvia ya se había desatado,
se sentía aroma a tierra húmeda y el sonido de árboles sacudiéndose.
La cubrió con una campera, entraron en un
lugar cálido, el pañuelo no le permitía ver nada; él lo ajusto un poco. De
pronto sintió esa presencia detrás de ella, corrió su cabello, beso su cuello,
atrevidas manos se colaron por su blusa
y a fuerza de besos quito su ropa, cuando ella intento tocarlo ato sus manos,
con una cuerda cubriéndolas de besos. Había tanta firmeza y pasión en sus
acciones que no se atrevió a negarse. La acerco a una columna y sujeto sus
manos ya no había vuelta a atrás, antes
que el pánico se apoderara de ella, él tomo su falda y la arranco mientras
lamia su piel , abrió sus piernas y luego de besar su sexo y procurarle un
placer infinito con su lengua , comenzó a rozar su puño, buscando una entrada,
tuvo miedo, él cubrió su boca con la suya y le hizo el amor en un beso ,interrumpiendo ese rito con gemidos hasta que aquel puño se
perdió dentro de ella proporcionándole sensaciones que jamás había sentido, la
explosión de su orgasmo fue tal que no pudo describirse, la coloco boca abajo sobre la cama, la
acaricio hasta sentarse sobre ella y penetrarla, al principio un dolor y ardor se mezclaban con lo prohibido, pero un
chirlo en sus nalgas corto su pensamiento para desatar aún más gemidos…solo
rompió el contrato para pedir más y más…hasta que la madrugada los encontró
empapados entre las sábanas.
Por la mañana, estiro su mano y no hallo a
nadie, unas espinas de rosas pincharon su dedo, tenía miedo de sacarse el
pañuelo, un tibio olor a café la estimulaba a hacerlo, se quitó la
venda, vió trece rosas sobre la cama y el desayuno servido, una pequeña nota decía:
“Feliz aniversario mi amor, sos maravillosa, gracias `por ceder a la tentación,
te amo Jorge Tú amo”
Antes de poder pararse de la cama Jorge salió
del baño, Ana entre vergüenza y deseo se incorporó, él la beso en el cuello, la mordió con pasión y
ella calló y se entregó al placer de ese hombre, que había sido el único hombre
de su vida. Su amo…
SAMALUC
Publicado en 2016 en Le Croupier Vol 3, ediciones Croupier
La cerca
La cerca
Habían pasado dos otoños desde que ella había partido, el jardín
algo maltratado por la tristeza, aun conservaba las rosas, algunos geranios,
una gran enredadera y los robles que adornaban con sus copas rojas y amarillas
la tristeza de Ezequiel.
El tenia unos cuarenta y algo de años, en realidad no puedo
precisar la edad exacta porque hablaba poco y solo nos cruzábamos en el
regar de los jardines al atardecer y
algún buenas tardes ,arrancaba uno que
otro comentario de poca importancia. Aun
así era llamativa su tristeza, su mirada perdida y lánguida, encerrando
fantasmas en sus pálidos ojos grises, su
barba rojiza y desprolija no dejaba adivinar el contorno de su boca, la
misma que apresaba tantas palabras de
amor que alguna vez debe haber pronunciado.
Era misterioso, si, pero amable y educado, llevaba en
aquella casa tantos años, que se hacia parte del paisaje; solía salir a hacer sus compras muy temprano y evitaba
cruzarse con los curiosos del barrio que lo escudriñaban tratando de develar sus
morbosas intrigas.
La casa había pertenecido a su abuela, que a su vez la heredo a su madre y sus tías,
ellas a el, siendo el ultimo hasta la fecha del extraño linaje de los Almada.
Las mujeres de esa familia, tenían historias dolorosas y
terribles que algunas recorrían como
leyendas urbanas las siestas, trasmitidas a las niñas, como la historia del
hombre de la bolsa intentando con miedo,
lograr obediencia.
Nadie sabia si eran o no ciertas, pero tampoco importaba
demasiado, según quien las contara ahondaban en detalles mas o menos
escabrosos.
Comenzaremos por Manuela Almada, la joven que había llegado
a la casona por 1920.En aquellos tiempos la quinta contaba con muchas mas
hectáreas, grandes jardines regados con palmeras y hasta un pequeño lago, con el
tiempo y la urbanización fue perdiendo
terreno, pero no clase ni misterio. La señorita Manuela había estudiado en
España y regresado para casarse con un importante joven, hijo de banqueros
porteños, familias de excelente posición que habían acordado su enlace cuando los pequeños aun
jugaban en los jardines de la casa. Una joven pelirroja de ojos grises
transparentes, refinada, con rostro pálido y manos pequeñas, dulce pero con un
gran temperamento, aunque sus padres la comparaban con una pequeña hada de
cabello de fuego.
El verano que Manuela regreso ,era caluroso, agobiante se
había preparado una hermosa y elegante recepción, legiones de criados
desfilaban apurados por los hermosos jardines diseminando manteles y flores
para engalanar la casa, al atardecer un escenario iluminado para la orquesta
daba apertura con susurros de violines a la gran fiesta.
Los invitados comenzaron a llegar , un resplandeciente Ford
T sin capota, color borravino irrumpía por el sendero y dejaba ver la elegancia
de la familia Guzmán, que se acercaba con sus dos hijos, Gabriel y Ernesto, los
mellizos Guzmán los llamaban casi todos sus amigos y les era bastante difícil
distinguirlos, excepto a Gregoria ; su madre que jamás podían engañarla.
Gabriel era alegre, bromista atrevido, un muchacho muy
prometedor según sus padres, pero tremendamente mujeriego, causa por la cual
mas de un problema habían tenido sus padres, intentando reparar sus tropelías y
que no terminaran en escandalo.
En cambio Ernesto era callado, pensante, inteligente, pero
sumamente tímido; claro que igual de buen mozo que su hermano.
Su madre no dejaba de hablar de sus dos tesoros ni de
mencionar el excelente partido que serian para cualquier muchacha de la alta
sociedad porteña.
Consideraban a Manuela una preciosa joya, digna de Gabriel
y la mujer adecuada para que el muchacho al fin siente cabeza y forme una
familia respetable, continuando su linaje y poniéndose al frente de los bancos
y negocios de su padre. No era secreto para nadie que Gabriel era el preferido
de su madre.
La música sonaba y los concurrentes llegaban, el clima se
hacia cada vez mas animado, el tintinear de una copa llamo la atención de los
invitados, era el sr Almada que presentaba a los asistentes con
orgullo, a su hermosa hija Manuela, y anunciaba el compromiso de los jóvenes
que no se veían desde que eran muy pequeños.
Tomo las manos de Gabriel y Manuela, entre la incomodidad
de la muchacha, cargada de ciega obediencia y resignación y los ojos ardientes
de Gabriel, que dejaban traslucir sus incestuosos pensamientos hacia la
muchacha.
Mientras hacia el anuncio con orgullo desmedido y ante los
aplausos de los presentes, Ernesto observaba desde una mesa levantando su copa
sin quitar sus ojos de los de Manuela que devolvía esquivas sus miradas;
dándole color a sus mejillas que le
ardían al encontrarse con sus ojos.
La velada transcurría entre bailes y risas, copas y mas risas,
los hombres se agrupaban a contar historias, viajes y superficiales affaires, mientras que las muchachas ansiaban
que alguno de ellos posara su mirada en ellas y pudieran robar un baile.
Algo si era cierto, todas, absolutamente todas envidiaban
la suerte de Manuela, que se llevaría al soltero que arrancaba sus suspiros.
El calor, se hacia cada vez mas agobiante, el baile y el
atrevimiento del alcohol aumentaba la osadía de los jóvenes.
Los muchachos daban un
paseo por los jardines, allí volvieron a cruzarse, sus ojos parecían
extraviarse en sus almas, una ventisca hizo volar la chalina de Manuela,
Ernesto corrió para ataparla y la mano de Manuela y la de el se rozaron, ella
sintió que la sangre se escapaba por sus mejillas y sus labios se volvían
llamas, sus ojos se volvían cristales en los que el podía mirarse aterrado,
vibrante ante aquella mujer que encerraba la belleza y la dulzura mas perfecta,
dentro de aquella muchacha, poblada de inocencia. Se disculpo, ella agradeció,
pero el no podía oír sus palabras, solo el eco de una voz suave que hacia
vibrar su cuerpo varonil, tensando sus músculos hasta el punto de no poder
moverse de aquel lugar por miedo a que alguien notara su exaltado estado.
Manuela le rogo que la esperara allí junto a la cerca entre los rosales, el no
se atrevió siquiera a contrariarla, la joven regreso presurosa con un refresco
entre sus manos, que el bebió con la sed que
tenía su cuerpo y su alma en ese instante.
Ernesto al entregarle la copa, agradeció besando su mano
sus ojos se enredaron con los de ella, de un modo imposible de desenmarañar y sus bocas se sintieron presas
de beberse irresistibles, así llego el beso, aquel beso que cambiaria sus vidas.
Manuela corrió turbada, sin poder explicarse aquel arrebato, sin entender como
sus labios habían sido de Ernesto, quien en
meses apenas seria su cuñado, cuando aun jamás había besado a Gabriel…lo
que es peor aun ya tampoco deseaba hacerlo.
La fiesta concluyo y los invitados comenzaron a retirarse,
en las orillas del lago algunos jóvenes atrevidos buscaban los lugares mas
oscuros para robar besos de las muchachas que la noche y la bebida habían
aturdido, entre ellos estaba Gabriel quién tenia entre sus brazos, a una joven
que no parecía negarle nada..,
Ernesto lo miro y Gabriel con una risa burlona le dijo:-¡Aun
estoy soltero hermanito!!! Y continúo en lo suyo sin importarle que alguien
pudiese presenciar aquella Dantesca escena, en casa de su prometida.
Manuela se encontraba dentro del salón, lo cual tranquilizo
a Ernesto, se hubiese sentido terrible, que aquella escena grotesca insultara a
la muchacha, evidentemente; Gabriel no cambiaria y el sentía con mayor enojo
que no merecía a Manuela.
Se despidieron las familias acordando un almuerzo en el
campo de los Guzmán para la próxima semana y así acordarían los detalles de la
boda y los negocios familiares que se verían fusionados, con mayores intereses
que el amor que los muchachos pudieran o no fomentar.
Ernesto beso la mano de la muchacha, mientras que Gabriel
quiso besarla pero ella corrió su boca y le ofreció la mejilla con incomodidad,
sin dejar de notar el rouge en su camisa, al instante Ernesto lo tomo del brazo
y le dijo: Vamos hermano bebiste mucho no creo que la Srta. Manuela quiera
besar a un prometido ebrio, vamos a casa, disculpe Ud. señorita Manuela creo
que celebro demasiado; un placer haberla vuelto a ver.
La familia partió en su auto lujoso, perdiéndose entre la oscuridad
de la noche las luces hasta desaparecer, también la mirada de Manuela había
desaparecido en aquel camino, allí se iban sus hombres; el que seria su esposo
y el que seria su amor.
Dicen que Manuela se caso con Gabriel ese año a fines del verano, que aquella fiesta
fue la mas comentada por años, los novios mas hermosos y muchos también dijeron,
la novia mas triste que hubieran visto.
Los jóvenes partieron a Europa en viaje de luna de miel y
para cuando regresaron el padre de la joven había enfermado y se había
trasladado a la estancia de Córdoba, por consejo de los médicos, por lo cual la
casona seria el hogar del nuevo matrimonio.
Gabriel se hizo cargo de algunos negocios de don Almada, y
de otros de su padre, viajaba y era poco el tiempo que dedicaba a su bella y
joven esposa, quien pasaba sus horas entre libros y flores, arreglando los
rosales, especialmente aquellos que
rodeaban el cerco, donde se alzaban los robles, aquellos que habían sido
testigos mudos de un beso de amor; el único beso de amor que sus labios
habían recibido.
Luego de mantenerse alejados por mucho tiempo, Ernesto y
Manuela volvieron a encontrarse, una noche que debido a una tormenta y el
estado de ebriedad de Gabriel, le hubiese sido imposible manejar de regreso a su casa, por lo cual su hermano,
lo acompaño.
Al bajar del auto con Gabriel apoyado en su hombro, Manuela
no tuvo ojos más que para Ernesto, intento disimular su ansiedad, su pulso, su
rubor, tomando a su esposo del otro brazo para ayudarlo a recostarse en la
cama.
El cayo redondo sobre la cama, sin esbozar más que una
mueca burlona y un:- Creo que bebí demasiado preciosa.
Aquel momento que había soñado tantas veces, llego.
Volvieron a encontrarse, miraron la lluvia en silencio unos segundos desde la
galería, el fresco se hacia sentir y los arboles se agitaban, igual que sus
corazones, los sirvientes se habían acostado, tomaron una taza de te y
charlaron por horas, rieron, hasta que una lagrima cruzo los ojos de Manuela y
se derramo como la lluvia sobre sus pálidas mejillas…:-Hubiese sido maravilloso
que el fueras tu; le dijo entre
susurros.
Ernesto la tomo de la mano, cubriéndola de besos con
ternura, subió por su brazo hasta su cuello y sus bocas volvieron a juntarse,
la pasión se apodero de sus cuerpos y la razón abandono sus mentes. Se amaban y
vaya si se amaban…pero a veces el amor no es rosa como lo esperamos.
Se quedaron dormidos abrazados tendidos sobre una manta, sin
escuchar ni la tormenta, ni a Gabriel que se había levantado por una copa y
buscando a su mujer.
Los miro unos segundos, dormidos abrazados, desnudos,
incrédulo tal vez que aquello pudiera ser posible. Tomo la escopeta, arranco a
Manuela de la escena y apunto a su hermano en la cabeza, gritando todo tipo de improperios
hacia ella. Ernesto se incorporo, le arrebato a Manuela de las manos, la abrazo
queriendo protegerla, forcejearon pero Gabriel estaba tan ebrio que tropezó y
el arma se disparo entrando una bala por su mentón y explotándole la cabeza.
Los sirvientes se levantaron y vieron a los jóvenes abrazados y a al otro bañado
de sangre, en los gritos solo se escuchaba, el señor Ernesto se mato, el sr Ernesto se ha suicidado!! Y allí
Ernesto murió, para ser Gabriel.
La familia no podía afrontar un escandalo así, por lo tanto
inventaron un viaje, callaron a la servidumbre y sepultaron al joven en la
propiedad, mas precisamente en la cerca, debajo de los rosales, junto al roble,
Manuela eligió el lugar asintiendo que seguramente a el le hubiese gustado.
La pareja se mudo a Córdoba un tiempo, en donde Manuela
quedo embarazada y dio a luz una hermosa niña a quien llamaron Estela y quien
seria con los años la nueva habitante de la casa. A los pocos años nació Alma,
pequeña y enfermiza, tristemente Manuela murió al dar a luz a la niña y Ernesto
ya no volvió a sonreír, hasta dicen que
ni viendo crecer a sus hermosos soles pelirrojos volvió a ser feliz…un día
murió de tristeza, lo encontraron en su
cama tendido.
Los años pasaron y al morir su abuela volvieron a Buenos Aires;
a la vieja casona, al cuidado de un ama, las niñas crecieron, Alma muy débil y
con muchos problemas de salud, había sufrido parálisis y se veía impedida de
hacer algunas actividades por lo cual solían verla en la galería, con una
manta, observando el jardín y como su hermana correteaba entre las flores y juntaba algunas que le
obsequiaba.
Habían disfrutado pocos años de su madre y su padre solo
había sido un tierno hombre que se derrumbo cuando ella murió.
Alma era muy débil pero determinada, con carácter, en
cambio Estela se mostraba dulce, complaciente y muy alegre, era una campana que
tintineaba desde las primeras luces del alba hasta caer dormida. por las noches
conversaban con Alma de sus sueños, ella quería viajar como su madre, estudiar
en Europa y casarse con un gran amor, en cambio Almita, quería ser escritora,
tenia decenas de diarios, en los que escribía sus sueños, que entre realidad y
ficción dejaban ver sus días y noches de desvelos y la sombra de su pálido
sufrimiento. Una noche de tormenta en que las muchachas ya se habían convertido
en dos jóvenes preciosas, de desato una tormenta que duro días, azotando con
sus vientos y lluvias, dejando tendidos arboles, ramas y flores como una
alfombra de destrucción en los hermosos jardines.
Cuando aun la tormenta estaba en su esplendor, la radio
informo de la fuga de tres presos del penal, todos condenados a perpetua por múltiples
asesinatos, robos y crímenes aberrantes. El ama de llaves aseguro puertas y
ventanas y los sirvientes tomaron también sus previsiones, ya que la casa se
encontraba a pocos kilómetros del penal.
La tormenta se agudizo la crueldad del viento se hizo mayor,
algunas ventanas de la casa parecían querer explotar, una rama cayo contra la
ventana de Alma, la joven grito del susto, con dificultad se acerco a la silla
y fue a rastras hasta la misma,
intentando cerrarla, cuando unos ojos negros y penetrantes se clavaron en ella,
no falto un instante para que se abalanzara colocando la mano sobre su boca y
sacando a la muchacha por la ventana
bajo al lluvia. Se escucharon unos tiros, gritos y las suplicas de Estela, hasta que ya nada se oyó .La mañana
sorprendió al paisaje con pequeños ríos de sangre por los cuartos, los cuerpos
de los criados sin vida estela inmóvil en su cama, con el dolor de los golpes y
el vejamen de aquella espantosa noche que cambiaria su vida para siempre.
Alma no había corrido siquiera su misma mala suerte, su
cuerpo débil se hallo junto al roble, golpeada, sus ropas rotas su hermoso
rostro hinchado y sus dedos frágiles cubiertos de sangre, de haberse defendido
con fiereza.
Alma ya no respiraba, la lluvia piadosa había lavado un
poco su dolor y dejado cubiertos de flores sus cabellos y sus enormes ojos
grises miraban aun con un grito de socorro, rogando que aquel dolor al fin
culminara.
Los vecinos notaron por la mañana que los criados no salían
a recoger el desastre de la tormenta y pasados unos días la policía llego a la
propiedad, encontrándose con el desolador paisaje.
Estela aun estaba en la cama, presa de un estado catatónico,
los demás cuerpos ya en descomposición regados pro la casa y Alma ya
desfigurándose por el proceso de
putrefacción lógico de la injusta muerte que no respetaba su inigualable
belleza.
Los médicos internaron un mes casi a Estela hasta que pudo
regresar a la casa, recuperada de sus heridas físicas; nuevos criados fueron
asignados. El desastre de la casona, el horror fue parte de todas las leyendas
que circulaban en el pueblo, almas en pena, misterios apariciones, y tantas
otras cosas se hicieron parte del folklore popular.
Los médicos no hallaron la causa física a su silencio, pero
Estela ya no pronuncio palabras…nunca mas, su hermosa boca purpura solo se
abrió para volver a gritar ocho meses después cuando dio a luz un precioso niño
de ojos grises pálido como la nieve, cubierto de pecas y cabellos rojizos,
fruto de aquella terrible noche en que murió su vos. Ella bordo su nombre en un
pequeño ajuar que hizo con sus habilidosas manos: allí decía “Ezequiel” y así
se llamo aquel pequeño que lleno de risas su silencios, que pobló de juegos los
caminos de sangre que llevaban hasta la
galería, que reparo las ventanas que aquella noche dejaron salir de pero a Alma; el mismo niño que creció leyendo a su
madre que con ternura acariciaba su cabeza y lo besaba, durmiéndolo en su
regazo con la mayor de las ternuras. Cuando Ezequiel ya había cumplido 17 años
comenzó la facultad estudio psiquiatría, tal vez tratando de averiguar como curar
a su madre o tantos otros que habían sufrido traumas parecidos. El roble y los
rosales eran los lugares preferidos de Estela, que plantaba y cuidaba las
flores con denodado esmero.
Una mañana Estela no se levanto, era joven y bella, los
años y el dolor no habían podido con ello. Ezequiel fue a saludarla como todas las mañanas pero su
rostro estaba frio, se veía bella como una muñeca de fina porcelana, y así
también de helada…su corazón que tanto había sufrido y callado se había
detenido y sus labios se habían sellado para no dejar nunca salir mas gritos,
ni suplicas…al fin descasaba.
Su hijo sabiendo que la haría feliz rego sus cenizas en el
cerco, en donde los rosales que ella cuidaba con tanto esmero crecían y se enredaban
con pasión unos con otros, allí donde yacía Gabriel, donde Alma había dejado su
mirada fija, allí donde su abuela Manuela había dado su primer beso de amor,
allí descansaría…allí junto a la cerca.
Ezequiel desbastado paso días sin salir de la casa, sin
volver a su trabajo en la clínica. Pero
mas tarde o mas temprano tuvo que regresar, desde ahora estaría solo, completamente
solo, no necesitaba trabajar para vivir de hecho su familia había acumulado la
suficiente fortuna para no tenerlo que hacer por varias generaciones. La casa
ya no era la misma, se habían cedido algunos terrenos para construir una
capilla, la zona del lago ya no existía y si bien la residencia era muy amplia,
había comenzado a rodearse de casas y de pueblo.
Emprendió un viaje del cual regreso al año con Clara, una
joven que conoció en España, de cabellos negros y ojos de almendra, risueña
pero pálida, como la nieve, aun así se lo veía animado hasta me arriesgaría a
decir que feliz.
Clara tomo la posta de las damas familiares y cuido los
rosales con el mismo amor que lo hacia Estela, con besos y caricias Ezequiel
devolvió ese amor cada día, se los veía dar largos paseos al atardecer o al
comenzar el día, mientras bromeaban y reían.
Al fin la vida le daba un paréntesis de luz a su sombría vida, al fin aquella
casa volvía a ser testigo del amor.
Una tarde Clara se sentó bajo el roble mientras el le leía
un poema, se la notaba muy cansada, delgada y algo desmejorada, el había dejado
de salir y pasaba mayor tiempo a su lado,
el Dr. Gutiérrez, medico de la familia, iba y venia a diario.
Nadie preguntaba que sucedía, muchos temían que la Sra.
Clara sufriera de alguna enfermedad grave, pero el silencio era una norma elemental
de aquella casa.
Clara padecía leucemia, emprendieron un viaje, buscando
tratamientos alternativos, el dinero no era un obstáculo, a los seis meses
regresaron y Clara parecía estar mas animada y fuerte.
Se los veía abrazados bajo el roble como antes, uno de esos
días de otoño Clara le dio una carta que decía.
“Mi
amor, cuando yo me muera, no quiero que me llores a mares, te lo digo ahora
para que puedas abrazarme, besarme llenarme de mimos, decirme te amo y hacer
que mi piel se haga eco de tus dichos, hoy puedo sentir todo eso, mañana si
muero no podre hacerlo y lo que sufras será en vano.
Se
feliz te ruego, por el tiempo que sea, solo me iré primero, pero voy a
esperarte a donde vaya, porque un amor tan grande no puede terminarse aquí en
la tierra, de seguro a donde vaya, habrá lugar para los dos.
Por
favor cuida las rosas, y hazme parte de la tierra que las alimenta, para
florecer cada primavera con ellas y perfumar tus paseos y tus días. Te amo y no
importa cuanto tiempo estemos juntos, voy amarte por siempre y se que tu
también lo harás, por eso no llores cuando me vaya, llora hoy que aun puedo
enjugar tus lagrimas y sécarlas con besos, que aun puedo consolarte entre mis
brazos y callar tu llanto, ámame hoy, víveme hoy….mañana es parte del azar…del
cual nada sabemos, ni nada podemos esperar. “
Tuya
por siempre
Clara
Ezequiel entre llantos y suplicas la colmo de besos, se
amaron bajo el roble hasta que la noche los encontró tendidos; muy juntos,
Clara sentía frio, así que entraron a la casa, los días subsiguientes ella
desmejoro mucho, comenzaron a administrarle mayores dosis de medicamentos, dejo
de caminar, la debilidad no se lo permitía , así que el la cargaba hasta el
jardín como a una eterna novia y la colocaba cómodamente bajo el roble, allí le
leía poemas de amor que le escribía, con pasión, conversaban y pasaban los
días, aquellos últimos días…que no sabrían cuantos.
Una mañana de otoño Clara lo beso y cerro los ojos para
siempre, el le había cortado sus rosas preferidas, esas rosas blancas que
embriagaban de perfume la habitación y que fueron la ultima fragancia que
aspiro antes de irse.
El la lloro días, sin poder cumplir su promesa de no
hacerlo, mantuvo su carta entre sus manos y se lo veía bajo el roble consternado,
esperando que ella vuelva, aunque más no fuera un rato. Cumplió su deseo y una
mañana junto sus cenizas con la tierra y desde ese día, el cuido las rosas y
rego el jardín como hoy, que dos años después lo vuelvo a encontrar como tantas veces junto al cerco.
Si estas historias son ciertas o no, nadie lo sabe, pero
algunos aseguran que las almas de las Almada sollozan por las noches y en las
tormentas pueden oírse aun algunos ruidos extraños, estallar de escopetas,
llantos, gritos, pedidos de auxilio y sollozos y que nadie, pero nadie se
atreve a acercarse al cerco, porque las
rosas blancas de esa casa tienen las espinas mas largas que se hayan visto…pero
el perfume más hermoso.
Bienvenidos a mi casa,pasen, dejen sus zapatos y apoyen los pies en la arena tibia, descansen a la orilla de las letras, recuéstense en la arena y sientan como el sol los acaricia...el mar apenas los acuna en sonidos de caracolas...ya dejen sus botellas con mensajes en esta playa de "Letras de arena". Samaluc
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