martes, 20 de septiembre de 2016

El regreso

Pase una tarde maravillosa, recorrimos el pueblo y El me hizo de guía, contándome historias, mostrándome casas y riéndonos de todo.
Las horas se pasaron volando, después de unos mates  y viendo que la noche se cerraba, decidí regresar a casa.
Encendí el auto, me costó sacarlo del garaje, como siempre mi sentido del espacio se mueve en otra dimensión y creo que voy a  pegarle a los portones. Con sus indicaciones, salí. Un último bocinazo y un saludo con la mano, sellaron la partida.
Sabia que en el cuartel de  bomberos tenia que doblar,  eso fue tema de muchas bromas, para que lo recordara; aun así no preste atención cuantas cuadras eran, recordé que tenia que pasar un semáforo, así que cuando llegue  lo cruce y me perdí, di vueltas hacia  la plaza, bulevares, calles angostas, unas muy poco iluminadas por cierto, llegue con horror hasta la orilla del arroyo sin saber como salir. Allí percibí esa aterradora sensación, que el pueblo se encargaba de retenerme, hasta que te vi parado en la esquina de los bomberos nuevamente haciéndome señas, te abrí la puerta y alma me volvió al cuerpo, todavía quedaba un poco de agua en el termo así, que tomamos unos mates mientras charlábamos alegremente, te reías mucho que me hubiese perdido tanto, pero a pesar que sabia que te burlabas de mi, era  inmensa la tranquilidad al saber que me dirías el camino.
Salimos  a la ruta en unos quince minutos que pasaron rapidísimo, a pesar de la oscuridad del camino, me ibas diciendo cuando se acodaba, las curvas cerradas, las partes sin marcar. En fin baje la radio para que podamos evocar la desopilante tarde, en que por saltar una zanja y hacerme la acróbata, caí contra tus piernas, pegándote un topetazo, que aun me duele y termine sentada en una planta llena de espinas, que llevo adheridas al pantalón como un cactus.
Reímos hasta poco mas hacernos pis encima. Después; la recorrida al cementerio, ahí lograste asustarme cuando metiste la mano en el cajón de una cripta abandonada para decirme que me darías la cabeza, se que salí espantada entre las tumbas, mientras te reías jurándome que era una broma.
Sacamos fotografías de las inscripciones más antiguas y queríamos una del portal de entrada, pero al salir nos topamos con una legión de la comunidad boliviana, cargados de cajas con bebida y comida y por un puesto su ataúd, con algún familiar fallecido. Tu humor negro también salió a  relucir y nos fuimos antes que empiece la fiesta. A veces reírse de la muerte es una forma de engañarla.
Ya llevábamos una hora de viaje, en esta época del año a las 19 hs ya esta oscuro, muy oscuro…
Aproximadamente  a las 20 llegue  a casa, pare el auto para abrí el portón, vos me sonreíste y cuando subí para entrar el auto, no estabas ahí, tampoco el olor a  tus cigarrillos, ni tu perfume, ya tenia señal en el teléfono y entraron los mensajes como catapultas.
Un mensaje tuyo…” ¿Que paso que me llamaste? ¿Llegaste bien? ¿Te perdiste? No tenía señal en el teléfono. Por favor avísame cuando llegues así me quedo tranquilo, pase una hermosa tarde”.
Entre el auto y cerré, no sabia si estaba loca o habías estado a  mi lado, no sabia…es mas, aun; no lo se.

SAMALUC


                                                                                                                         

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