Pase una
tarde maravillosa, recorrimos el pueblo y El me hizo de guía, contándome
historias, mostrándome casas y riéndonos de todo.
Las
horas se pasaron volando, después de unos mates
y viendo que la noche se cerraba, decidí regresar a casa.
Encendí
el auto, me costó sacarlo del garaje, como siempre mi sentido del espacio se
mueve en otra dimensión y creo que voy a
pegarle a los portones. Con sus indicaciones, salí. Un último bocinazo y
un saludo con la mano, sellaron la partida.
Sabia
que en el cuartel de bomberos tenia que
doblar, eso fue tema de muchas bromas,
para que lo recordara; aun así no preste atención cuantas cuadras eran, recordé
que tenia que pasar un semáforo, así que cuando llegue lo cruce y me perdí, di vueltas hacia la plaza, bulevares, calles angostas, unas
muy poco iluminadas por cierto, llegue con horror hasta la orilla del arroyo
sin saber como salir. Allí percibí esa aterradora sensación, que el pueblo se
encargaba de retenerme, hasta que te vi parado en la esquina de los bomberos
nuevamente haciéndome señas, te abrí la puerta y alma me volvió al cuerpo, todavía
quedaba un poco de agua en el termo así, que tomamos unos mates mientras
charlábamos alegremente, te reías mucho que me hubiese perdido tanto, pero a pesar
que sabia que te burlabas de mi, era
inmensa la tranquilidad al saber que me dirías el camino.
Salimos a la ruta en unos quince minutos que pasaron rapidísimo,
a pesar de la oscuridad del camino, me ibas diciendo cuando se acodaba, las
curvas cerradas, las partes sin marcar. En fin baje la radio para que podamos
evocar la desopilante tarde, en que por saltar una zanja y hacerme la acróbata,
caí contra tus piernas, pegándote un topetazo, que aun me duele y termine
sentada en una planta llena de espinas, que llevo adheridas al pantalón como un
cactus.
Reímos
hasta poco mas hacernos pis encima. Después; la recorrida al cementerio, ahí
lograste asustarme cuando metiste la mano en el cajón de una cripta abandonada
para decirme que me darías la cabeza, se que salí espantada entre las tumbas, mientras
te reías jurándome que era una broma.
Sacamos
fotografías de las inscripciones más antiguas y queríamos una del portal de
entrada, pero al salir nos topamos con una legión de la comunidad boliviana,
cargados de cajas con bebida y comida y por un puesto su ataúd, con algún
familiar fallecido. Tu humor negro también salió a relucir y nos fuimos antes que empiece la
fiesta. A veces reírse de la muerte es una forma de engañarla.
Ya
llevábamos una hora de viaje, en esta época del año a las 19 hs ya esta oscuro,
muy oscuro…
Aproximadamente a las 20 llegue a casa, pare el auto para abrí el portón, vos
me sonreíste y cuando subí para entrar el auto, no estabas ahí, tampoco el olor
a tus cigarrillos, ni tu perfume, ya
tenia señal en el teléfono y entraron los mensajes como catapultas.
Un
mensaje tuyo…” ¿Que paso que me llamaste? ¿Llegaste bien? ¿Te perdiste? No
tenía señal en el teléfono. Por favor avísame cuando llegues así me quedo
tranquilo, pase una hermosa tarde”.
Entre el
auto y cerré, no sabia si estaba loca o habías estado a mi lado, no sabia…es mas, aun; no lo se.
SAMALUC
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